La Marmotte. La decana de las cicloturistas europeas (Glandon, Galibier, Alpe d’Huez…)

Si no fuera porque sus organizadores no admiten más de 7000 participantes, la Marmotte sería sin duda la marcha cicloturista de mayor éxito en toda Europa. Tiene todos los ingredientes para ello: dos puertos míticos, Alpe d’Huez y Galibier; un desnivel acumulado que asusta, más de 5000m; una fecha idónea, a principios de julio; un entorno sin parangón, los Alpes franceses; y por si todo esto fuera poco, una historia que para sí quisieran muchas otras pruebas hermanas. No hay que olvidar que la primera edición de la Marmotte tuvo lugar en 1982, año en que el ganador del Tour de Francia iba a ser un tal Bernard Hinault. Por estos y otros muchos motivos, todo buen aficionado desea hacer al menos una vez en su vida esta prueba no apta para cobardes.

Perfil de elevación
Perfil de elevación

Un poco de historia

Del mismo modo que la Quebrantahuesos debe su nombre a esta especie de buitres presentes en Pirineos, la Marmotte hace lo propio con esos grandes roedores que a veces se dejan ver en las últimas curvas de Alpe d’Huez. Forma parte del «Trophee de l’Oisans» que aúna 4 pruebas cicloturistas en esta zona de los Alpes en tan sólo una semana.

El poder de convocatoria de la «decana» de las marchas europeas es enorme, y como anécdota indicar que en 2003 la ganó el ahora profesional Laurens Ten Dam. En las 33 ediciones que se han realizado hasta la fecha, en 14 ocasiones el vencedor fue un francés, en 8 un holandés y en 6 un italiano. Botón de muestra del carácter internacional de esta cita ciclista.

Con algo más de 170km y de 5000m positivos, el tiempo del ganador en las últimas ediciones suele rondar las cinco horas y media, alrededor de ocho horas menos que el del farolillo rojo que, por cierto, en 2014 se lo ha llevado un ciclista danés de más de 60 años. Como suele ser habitual en las marchas cicloturistas, la medalla final que se obtiene está en función de la categoría de edad y el tiempo invertido. Si te decides a hacer en iGrupetto la Marmotte y quieres saber qué medalla te has llevado, la siguiente tabla te sacará de dudas:

Medallas en la Marmotte 2014

Vídeos

Hemos seleccionado para ti estos vídeos de las ediciones de 2009, 2013 y 2014.



Crónicas

La Marcha de todas las Marchas Cicloturistas, La Marmotte, un sueño realizado!
La Marmotte 2012 por bikeGloberos
Marmotte 2013: La picadura contagiosa por Frank Gómez
Crónica de la Marmotte 2014, por el CC Globeros de Élite

Algunos datos interesantes sobre la edición de 2014

Desde iGrupetto hemos analizado los resultados publicados en la web oficial de la prueba y obtenido algunos datos que os pueden resultar interesantes, sobre todo si tenéis previsto acudir a la próxima edición de la prueba.

Marmotte 2014. Hombres. Participación por categorías.
Marmotte 2014. Mujeres. Participación por categorías.
En 2014 finalizaron la prueba 6377 ciclistas, de los que sólo 248 fueron mujeres. Aunque puede parecer poco, ese 4% representa un porcentaje superior al que se llegó por ejemplo en la Quebrantahuesos (apenas del 2,5%).

Como ya dijimos antes, la Marmotte no entiende de fronteras. A pesar de desarrollarse en territorio francés, tres países aportan un mayor número de participantes: Dinamarca, Holanda y Bélgica. Desde España son muchos los aficionados que acuden a título individual, por lo que nuestra participación está muy atomizada. Por regiones destaca claramente toda la zona del levante peninsular: Petrer en Alicante (26 ciclistas en 2014), Murcia (24), Barcelona (17), Valencia (12), Elche (10).

Marmotte 2014. Nacionalidades.

Y para el final, lo que más puede interesar a los que vayáis a hacer la Marmotte ahora en iGrupetto o el próximo julio en las carreteras francesas: tiempos finales medios por categorías.

Marmotte 2014. Tiempos finales medios por categoría.

iGrupetto en los puertos de la Marmotte (por Salvador Romero)

Alpe dHuez

Aunque hasta la fecha aún no he podido participar en esta gran cicloturista, eso no quiere decir que no haya disfrutado de sus puertos. De hecho, salvo la bajada del Glandon y del Galibier por el Lauteret el resto ya lo conozco, y no de cualquier forma.

Corría 2003 cuando tuve la oportunidad de embarcarme en un viaje de alforjas en solitario que me llevaría desde Sevilla hasta Morges, en Suiza, junto al lago Lemán. Mi primera escapada cicloturista la había realizado varios años antes junto a mi padre. Tanto disfruté de aquel viaje que sabía que era cuestión de tiempo el volver a verme en la carretera cargado de trastos. Pues bien, en 2003 se alinearon los astros y pude dedicar un mes completo a un viaje que me permitiría conocer más de treinta puertos, entre ellos Glandon, Télégraphe, Galibier y Alpe d’Huez.

Etapa 23 (31/07/2003). El día anterior había llegado a Bourg d’Oisans con el fin de subir a la mañana siguiente Deux Alpes y Alpe d’Huez. Dado que para seguir mi ruta hacia Suiza tenía que volver a pasar por esta bella localidad, pude dejar las alforjas en el cámping y subir los puertos relativamente descargado (con bici de montaña y no de carretera, con transportín y bolsa de manillar). Una vez superados los primeros kilómetros de «inestabilidad» ante la ausencia de alforjas, lo cierto es que subir con 15 kilos menos después de haberlo hecho cargado hasta las cejas en Aubisque, Tourmalet, Mont Ventoux… se antoja un paseo por las nubes.

Alrededor de Alpe d´Huez todo era mágico. A la satisfacción de subir ese puerto en que tantas veces había visto sufrir a mis ídolos de juventud, se le unía la emoción de ver inscritos en las curvas nombres ilustres de nuestro deporte que parecen empujarte hasta la cima. Y por si esto no fuera suficiente, llegando arriba te das de bruces con un fotógrafo tomándote unas instantáneas que te hacen sentir como un verdadero profesional. Ahora todo el tema audiovisual se ha extendido y no sorprende tanto, pero entonces que viajaba con una 35mm y enviaba los carretes a casa para revelar, aquello era lo máximo.

Glandon

Etapa 24 (01/08/2003). Con el Glandon volvía a llevar la casa a cuestas. Recuerdo que tras los primeros kilómetros y la primera presa, tras cambiar de ladera y un pequeño descansillo, te chocabas de bruces con un repecho con tal pendiente que pensé que como la Croix de Fer fuera eso, ese 1 de agosto sería el primer día en que pondría el pie a tierra. Afortunadamente el desnivel fue disminuyendo progresivamente y no tuve que hacerlo, pero si de por sí ese puerto es duro, tirando de alforjas lo es mucho más. Y aún más si en vez de desviarte a la cima del Glandón continúas los tres kilómetros que restan a la Croix de Fer.

Galibier

Etapa 25 (02/08/2003). Galibier por Télegraphe es punto y aparte. Es de esos puertos como Gavia, Stelvio o Tourmalet que siempre han estado ahí. No requieren de campañas mediáticas que los ensalcen para compensar la falta de antecedentes históricos. Tampoco de desniveles inhumanos más propios de cabras que de ciclistas. En mi opinión Galibier es -de los puertos que conozco- el que mejor representa la majestuosidad de los Alpes franceses. Era uno de los puertos marcados en rojo en el mapa de la ruta y que tenía que subir aunque ello supusiese desviarme en mi viaje hacia el norte.

Tras pasar la noche en Saint Jean de Maurienne en un recién estrenado cámping municipal, enfilé la carretera hasta Saint Michel de Maurienne. Allí, tras desayunar en la plaza, inicié el ascenso al Télégraphe. Fresco, sin alforjas, rodeado de los árboles que luego escasean en Galibier, Télégraphe es un puerto que me sorprendió por su belleza y por la dureza de sus primeros kilómetros. Es en sí mismo un gran puerto Tour, aunque a menudo y no sin motivos se vea eclipsado por su hermano mayor. Visto ahora en la distancia, probablemente aquel día lo subiera con demasiada alegría teniendo en cuenta lo que aún quedaba por llegar.

Y terminado Télégraphe y el descenso a Valloire llega el legendario Galibier, el puerto favorito de Henri Desgrange y del que Eugéne Chritophe dijo «No es en absoluto deporte, no es competición, es sólo trabajo sucio». Perfectamente comprensible teniendo en cuenta cómo eran las carreteras, las bicicletas y la ropa a principios del siglo pasado. Pero aún con carbono entre las piernas, el que vaya a subir Télégraphe y Galibier tiene que tener claro a lo que va, y es a sufrir más de dos horas en la bicicleta porque sólo así se salvan sus casi dos mil metros y sus treinta kilómetros de subida. Eso sí, la satisfacción al salvar las últimas curvas de herradura y contemplar el descenso hacia Lauteret lo compensan. Por fortuna para nosotros los amantes del ciclismo, Desgrange y los suyos no se acobardaron cuando, al estilo de Gustave Lapize y su «asesinos», Gustave Garrigou les espetó «bandidos» por hacerle subir el Galibier durante la disputa del Tour de Francia de 1911.

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